UNA
HISTORIA DE AMOR
Los
habitantes de la nueva España tomaron la costumbre de adornar el exterior de
sus residencias, colocando en un nicho la imagen de su santo preferido; el
escudo de armas con sus cuarteles nobiliarios y la mayoría una cruz de
diferentes tamaños. El centro del edificio era el lugar escogido. En algunas se
colocaban faroles colgados de un pie de gallo de metal que iluminaban los
nichos. Entre las casas que prefirieron poner las cruces y que sobresale por su
tamaño y bello diseño, se encuentra la localizada en Correo Mayor (antes calle de los Migueles), esquina con Regina (antes
calle de Cruz Verde), y conocida con ese mismo nombre “Cruz Verde”. De la cual cuenta la leyenda que don Álvaro Villadiego
vio en uno de los balcones de su casa a una hermosa joven de la que se enamoro.
Durante muchos días se dedico a averiguar quién era e hizo todo lo posible por
llegar a verla y hablarle. Los padres de la dama la ocultaron y le prohibieron
asomarse al balcón. Un día se enfermo la madre y burlando la vigilancia, salió
al balcón para saciar su curiosidad y conocer al hombre que la pretendía.
Por
fin, le pudo llegar una carta en la que le declaraba su amor y le ofrecía
matrimonio, suplicándole que si ya no podía contestarle por ese medio, se lo
manifestara con una cruz blanca y si aceptaba sus proposiciones pusiera una
cruz verde. Después de varios días apareció la señal convenida, no obstante,
tuvo que intervenir un sacerdote para vencer la resistencia de los padres e
iniciar las relaciones amorosas. El asunto termino en una brillante y elegante
boda a la que asistió el Virrey y toda
la nobleza de ese entonces. Para perpetuar el principio de sus relaciones con Doña
María de Aldarafuente y Segura, después su esposa, mando a colocar al nivel del
balcón una gran cruz de piedra, la cual la podemos ver en la actualidad. Pero
lamentablemente el comercio informal nos impide apreciar en su magnitud muchos
de estos monumentos históricos, como ocurre con esta singular cruz.