LUGAR
DONDE SE ENCUENTRA LA CABEZA DEL ÁNGEL
Esta casa virreinal,
que perteneció a un platero español, resguarda planos, actas, fotografías,
libros y mapas. Se cree que el edificio fue diseñado por el arquitecto Lorenzo
Rodríguez. La casa perteneció a distintas familias hasta que fue vendida en
1941 a la Compañía Mexicana de Inversiones. Desde la década de los 80 resguarda
el Archivo Histórico del Distrito Federal. Por suerte, el gobierno del D.F. lo
compró en 1972 y lo restauró hasta devolverle su antiguo esplendor. Hoy en el
número 6 están las oficinas del Fideicomiso del Centro Histórico, y en el 8 se
resguarda el archivo histórico de la ciudad.
Realmente se trata de
dos casas pareadas que fueron integradas por una sola fachada. Sin embrago,
conservan la unidad de estilo. Ricardo Prado Muñoz, expone en una publicación
de 1983 que se trata de dos casas independientes cuyos habitantes debieron
tener una relación familiar muy cercana, aunque jerarquizada. Él le llama el
Palacio de Manrique y la Canoa en recuerdo de los nombres que anteriormente
llevaban las calles donde se ubica. La identificación de los propietarios
originales fue motivo de polémica, ya que los Heras y Soto, a pesar de que
habitaron y acabaron por transmitir su nombre al inmueble, no fueron sus
constructores.
Ahora se sabe que fue
construida, a mediados de 1760, por el platero Adrián Ximénez de Almendral y, a
decir de los expertos, eso explica el detallado y finísimo trabajo de los relieves
de cantera, tan bellos que para Manuel Toussaint no había otros que se le
pudieran comparar. Este palacio, como tantos otros, tuvo diferentes usos. En
ese proceso, sufrió modificaciones, mutilaciones y deterioro avanzado.
El origen de la
dinastía Heras y Soto se sitúa en Santander, España, Allí nació, en 1759,
Sebastián Heras y Soto, quien emigró a la Nueva España a mediados de la década
de 1770. Por supuesto, hizo fortuna, lo que le permitió regresar a la península
para casarse con Mariana Dauville. El primer heredero nación en Santander, en
1780; se llamaba Manuel. La familia se estableció en México en 1781.
El título de conde de
Heras y Soto fue concedido a Sebastián por Fernando VII el 27 de Enero de 1811.
Manuel fue el segundo conde y fue uno de los firmantes del Acta de
Independencia en 1821 y, por breve tiempo, regente del imperio mientras Agustín
de Iturbide se preparaba para coronarse. Sus descendientes destacaron no solo
en el ámbito social, también en el cultural con personalidades como el filólogo
Francisco Pimentel y Heras, quien heredó el título condal en 1865. Por esta razón, la construcción
también fue conocida como “Casa de los Pimentales”. Relacionado con la familia
estuvo el historiador Joaquín García Icazbalceta, quien nació en esta construcción.
Aquí se encuentra la
cabeza del Ángel de la Independencia que se cayó en el temblor del 28 de Julio
de 1957, el día que cayó el Ángel en la ciudad de México se sintió conmovida,
según lo apuntó la prensa en su momento, por la más terrible de las catástrofes
motivada por un espantoso terremoto ocurrido a las 2 de la mañana con 40
minutos y 51 segundos, siendo uno de los más fuertes registrados en la ciudad.
Teniendo su epicentro
en el Estado de Guerrero y una fuerza de 7.5 grados Mercalli, la tragedia causó
grandes daños, entre ellos el derrumbamiento de varios edificios y conjuntos
habitacionales, rompimiento de cañerías, pavimento y el más significativo de
todos: la caída del “Ángel de la Independencia” (monumento que, por otro lado y
en su correcta denominación es conocido como la “Victoria Alada”) el cual,
cuenta un testigo del acontecimiento: “No se desplomo de un solo golpe, sino
que se balanceó repetidamente de un lado a otro, de repente la columna se
inclinó hacia la calle de Florencia, y se escuchó un crack estruendoso”.
Y el ángel de tres
toneladas que se encontraba ahí desde hacía 47 años, cayó pesadamente
rompiéndose en mil pedazos. 90 segundos duró el terremoto. Cinco minutos
después, todo fue obscuridad y silencio. Comenzaron a verse chispazos por
diferentes rumbos. Eran las líneas de alta tensión que estaban siendo probadas
por las centrales de distribución de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza
Motriz. Según informes proporcionados por el señor Fidel Cossío, Gerente de
Relaciones Públicas de la Compañía, todo el servicio eléctrico de la Ciudad de
México quedó interrumpido durante los primeros minutos después del sismo.
Roberto Samael C E