jueves, 10 de noviembre de 2016

SEÑALES, SÍMBOLOS Y MISTERIOS

Y MUCHA HISTORIA EN EL CENTRO HISTÓRICO
Nuestro Centro Histórico nos ofrece un legado que se formó con la gran Tenochtitlan, se reforzó en la colonia y tiempos independentistas, y que decir de los revolucionarios. De esos cimientos se levantaron magnificas construcciones sacras como iglesias y conventos, palacios y casonas que algunos perduran hasta nuestros días. En el siglo 18 con la llegada de logias europeas como los masones y otras fraternidades los ideogramas aumentaron y esas marcas veladas se plasmaron por donde pasaron. Sus maestros de obras formaban en medio de un sincretismo construcciones llenas de simbolismo que aún podemos apreciar en muchas edificaciones.
Las intenciones, tal vez religiosas, o como resultado de sus creencias de grupos o clanes nos son desconocidas, aunado a los símbolos que también en secreto el nativo mexicano con su cultura plasmaron en esas construcciones, con el propósito de venerar a sus dioses, nos dan como resultado, un espacio, un lugar rico en señales y emblemas mágicos, misteriosos, historia y mucha especulación.
Lo cierto es que si caminamos por las calles del corazón de nuestra gran metrópoli y con algo de conocimiento sobre señales, símbolos, marcas y con un poco de atención contemplaremos, miraremos de otro modo, todo lo que ahí nos rodea.
Por ejemplo, en una reciente investigación nos ha llevado a descubrir la fantástica sombra de una pirámide que (según nos contaron) marca un suceso mayor y que uno la puede apreciar a cierta hora del día. Investigación que llevamos a cabo y con la cual trabajamos de momento, pero no es la única marca simbólica en esa área. Y si usted quiere comprobar, aquí le dejamos algunas de esas señales, marcas o símbolos para que las descubra y trate de averiguar su significado e historia al visitar nuestro misterioso Centro Histórico de la gran Tenochtitlan.
Roberto Samael C E

miércoles, 3 de agosto de 2016

TEMPLO DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

ZUMÁRRAGA FUE SU FUNDADOR
En el año de 1532 fue fundado el Colegio de Niñas y Zuleta en lo que posteriormente serían las calles de Bolívar y Venustiano Carranza. Fue Fray Juan de Zumárraga quien le dio el carácter de Colegio con el objetivo de recoger y educar niñas huérfanas mestizas y españolas.
De su organización estuvo a cargo la Archicofradía del Santísimo Sacramento, con su sede en la Catedral Metropolitana. La institución funcionó inicialmente en una casa alquilada, con la dirección de una española viuda llamada Inés Álvarez. La instrucción que se le brindaba a las niñas era la doctrina de la fe católica aunque nunca fue dirigido por monjas, por lo cual se prefirió la experiencia de mujeres casadas o solteras en edad madura.
En el paso de los años se adquirieron varios inmuebles con la finalidad de tener mayor espacio para el Colegio, hasta casi lograr obtener la manzana completa, por lo que llegó a contar con cocina, botica, despensa, enfermería, dormitorios, biblioteca, baños, lavaderos, huertas y otros espacios numerosos y diversos. El colegio contó con una capilla sencilla de uso privado, sin embargo ésta fue sustituida más tarde por un templo más grande que posteriormente fue abierto a todo el público.
Durante los siglos XVI y XVII el colegio fue reconstruido y se realizaron numerosas reparaciones por los desastres que azotaron la ciudad de México. Lo mismo ocurrió en 1845 cuando el templo se dañó de nuevo y tuvo que ser remodelado, concluyendo en 1847. Fue hasta finales del siglo XIX cuando quedó bajo la advocación de Nuestra Señora de Lourdes.
El interior de esta gran edificación es sobrio y pertenece al estilo neoclásico decimonónico. Destaca su belleza, grandiosidad y su altar principal dedicado a la Virgen de La Caridad, el cual está rematado por un relieve polícromo de “La Visitación”, que se realizó en el siglo XVIII. Su capilla lateral fue dedicada al Espíritu Santo y posee una belleza extraordinaria pues cuenta con esculturas de finos detalles en que se representan los dones del Espíritu.
Roberto Samael C E

miércoles, 8 de junio de 2016

AQUÍ VIVIÓ LEONA VICARIO

UNA CASA CON MUCHA HISTORIA
En esta morada de la calle de Brasil número 37, Leona Vicario vivió con Andrés Quintana Roo hasta su muerte, ocurrida el 21 de agosto de 1842. Posteriormente, Andrés Quintana Roo abandonó la casa, terminando sus días en el barrio de La Merced. Las primeras noticias generales que se tienen del sitio datan de 1526, fecha en la cual la familia Guerrero cedió a los frailes dominicos unas casas con el fin de que las habitaran mientras se terminaba de levantar la iglesia y el convento para su orden en un terreno frente a las mismas.
Hacia el año 1571, la propiedad pertenecía a Juan Velásquez de Salazar, regidor de Nueva España, quien arrendó las instalaciones al Tribunal del Santo Oficio. Entre 1680 y 1695, Juan Montero, Maestro Mayor del Santo Oficio, emprendió algunas obras de reparación, para hacerlo hogar de las beatas. Las sucesivas adaptaciones son obra del Arquitecto Mayor y Veedor del Gremio, Pedro de Arrieta, que han prevalecido hasta nuestros días.
Con el triunfo del liberalismo, el 22 de febrero de 1813 se suprimió el tribunal de la Inquisición, y la Intendencia de la Ciudad de México estableció en este inmueble la Renta de Lotería. En 1822, el Congreso Nacional que promulgó la Constitución de 1821, decidió honrar la memoria de los héroes caídos en lucha libertaria y recompensar a los que aún sobrevivían.
Leona Vicario creyó oportuno solicitar la restitución de una parte de los bienes que le habían sido incautados por las antiguas autoridades virreinales. El Congreso admitió su propuesta y le otorgó la Hacienda de Ocotepec, en Apam, y dos casas en la ciudad de México: la número 10 de la antigua casa de Cocheras, actual Colombia, y la número 37 de Brasil, antigua calle de Los Sepulcros de Santo Domingo.
Guillermo Prieto refiere en Memorias de mis tiempos que, como la casa resultaba adecuada para dividirse en dos partes según la costumbre de la época, Leona y Andrés vivieron en los altos y rentaron la parte baja. Su primer inquilino fue Antonio López de Santa Anna.
Otras actividades y ocupaciones que ha tenido esta casa, es que fue galería de arte, museo de sitio y sede del Centro Cultural Santo Domingo, dependiente del Instituto Nacional de Bellas Artes. En 1991 se fundó en este lugar el Centro Nacional de Información y Promoción de la Literatura, actual Coordinación Nacional de Literatura.
Roberto Samael C E

lunes, 18 de abril de 2016

¿QUÉ AQUÍ MURIÓ LA MALINCHE?

MALINTZIN, MALINALI O DOÑA MARINA
Se cuenta que la Malinche nació el año 1496 o 1505 y murió el año 1529, fue conocida también como Malintzin, Malinali o Doña Marina, una mujer de la costa del Golfo de México, quien jugó un papel activo, eficaz e importante en la conquista actuando como intérprete, asesora e intermediaria del invasor español Hernán Cortés, también fue su amante y dio a luz a su primer hijo, quien es considerado uno de los primeros mestizos. Hoy en día, en México la imagen de la Malinche es la encarnación de la traición, una víctima del conquistador español, o simplemente como la madre simbólica de la gente del México nuevo.
Esta mujer, la Malinche, se convirtió en una de las figuras relevantes y en la actualidad se funde entre la realidad y leyenda, por este motivo, muchos de los pasajes de su vida se cubren de misterio, como lo sucedido con su muerte, pues una de las versiones muy socorridas sobre su muerte, nos habla que, para evitar que pudiera declarar en contra de Hernán Cortés en el juicio que la Corona española llevaba en su contra por sus atrocidades que realizo en el nuevo mundo, ella fue asesinada en la casona ubicada en lo que ahora es la calle de República de Cuba, a un costado de la Plaza de Santo Domingo.
Con referencia a la historia entorno a  la casa de la Malinche, la maestra Ángeles González Gamio, describe que en la finca marcada con el número 95 de la calle República de Cuba y donde ahora se ubica una escuela secundaria, fue sede donde vivió y murió asesinada la Malinche, que en ese entonces estaba casada con el capitán español Juan Xaramillo, uno de los capitanes de Cortés, con el cual ella también tuvo una hija, después de haber tenido otro hijo con Hernán Cortés que tenía por nombre Martín Cortés, a quién el conquistador se llevó a España sin el consentimiento de la madre.
Según la leyenda, durante el juicio en contra de Cortés por las acusaciones en su contra por sus presuntos excesos y actos de corrupción, llaman a declarar a mucha gente. Resentida y enojada en su contra, por la traición amorosa y por lo de su hijo, la Malinche, quien fue la traductora del conquistador y por tanto conocía todos sus secretos, iba a declarar en el juicio, pero es asesinada misteriosamente antes de que pudiera hacerlo. Sucesos de este tipo son los que aún podemos conocer en nuestro Mágico Centro Histórico, todo es una mezcla de realidades y leyendas.
Roberto Samael C E

lunes, 25 de enero de 2016

LA ESQUINA DEL PALACIO DE HERAS Y SOTO

LUGAR DONDE SE ENCUENTRA LA CABEZA DEL ÁNGEL
Esta casa virreinal, que perteneció a un platero español, resguarda planos, actas, fotografías, libros y mapas. Se cree que el edificio fue diseñado por el arquitecto Lorenzo Rodríguez. La casa perteneció a distintas familias hasta que fue vendida en 1941 a la Compañía Mexicana de Inversiones. Desde la década de los 80 resguarda el Archivo Histórico del Distrito Federal. Por suerte, el gobierno del D.F. lo compró en 1972 y lo restauró hasta devolverle su antiguo esplendor. Hoy en el número 6 están las oficinas del Fideicomiso del Centro Histórico, y en el 8 se resguarda el archivo histórico de la ciudad.
Realmente se trata de dos casas pareadas que fueron integradas por una sola fachada. Sin embrago, conservan la unidad de estilo. Ricardo Prado Muñoz, expone en una publicación de 1983 que se trata de dos casas independientes cuyos habitantes debieron tener una relación familiar muy cercana, aunque jerarquizada. Él le llama el Palacio de Manrique y la Canoa en recuerdo de los nombres que anteriormente llevaban las calles donde se ubica. La identificación de los propietarios originales fue motivo de polémica, ya que los Heras y Soto, a pesar de que habitaron y acabaron por transmitir su nombre al inmueble, no fueron sus constructores.
Ahora se sabe que fue construida, a mediados de 1760, por el platero Adrián Ximénez de Almendral y, a decir de los expertos, eso explica el detallado y finísimo trabajo de los relieves de cantera, tan bellos que para Manuel Toussaint no había otros que se le pudieran comparar. Este palacio, como tantos otros, tuvo diferentes usos. En ese proceso, sufrió modificaciones, mutilaciones y deterioro avanzado.
El origen de la dinastía Heras y Soto se sitúa en Santander, España, Allí nació, en 1759, Sebastián Heras y Soto, quien emigró a la Nueva España a mediados de la década de 1770. Por supuesto, hizo fortuna, lo que le permitió regresar a la península para casarse con Mariana Dauville. El primer heredero nación en Santander, en 1780; se llamaba Manuel. La familia se estableció en México en 1781.
El título de conde de Heras y Soto fue concedido a Sebastián por Fernando VII el 27 de Enero de 1811. Manuel fue el segundo conde y fue uno de los firmantes del Acta de Independencia en 1821 y, por breve tiempo, regente del imperio mientras Agustín de Iturbide se preparaba para coronarse. Sus descendientes destacaron no solo en el ámbito social, también en el cultural con personalidades como el filólogo Francisco Pimentel y Heras, quien heredó el título condal  en 1865. Por esta razón, la construcción también fue conocida como “Casa de los Pimentales”. Relacionado con la familia estuvo el historiador Joaquín García Icazbalceta, quien nació en esta construcción.
Aquí se encuentra la cabeza del Ángel de la Independencia que se cayó en el temblor del 28 de Julio de 1957, el día que cayó el Ángel en la ciudad de México se sintió conmovida, según lo apuntó la prensa en su momento, por la más terrible de las catástrofes motivada por un espantoso terremoto ocurrido a las 2 de la mañana con 40 minutos y 51 segundos, siendo uno de los más fuertes registrados en la ciudad.
Teniendo su epicentro en el Estado de Guerrero y una fuerza de 7.5 grados Mercalli, la tragedia causó grandes daños, entre ellos el derrumbamiento de varios edificios y conjuntos habitacionales, rompimiento de cañerías, pavimento y el más significativo de todos: la caída del “Ángel de la Independencia” (monumento que, por otro lado y en su correcta denominación es conocido como la “Victoria Alada”) el cual, cuenta un testigo del acontecimiento: “No se desplomo de un solo golpe, sino que se balanceó repetidamente de un lado a otro, de repente la columna se inclinó hacia la calle de Florencia, y se escuchó un crack estruendoso”.
Y el ángel de tres toneladas que se encontraba ahí desde hacía 47 años, cayó pesadamente rompiéndose en mil pedazos. 90 segundos duró el terremoto. Cinco minutos después, todo fue obscuridad y silencio. Comenzaron a verse chispazos por diferentes rumbos. Eran las líneas de alta tensión que estaban siendo probadas por las centrales de distribución de la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz. Según informes proporcionados por el señor Fidel Cossío, Gerente de Relaciones Públicas de la Compañía, todo el servicio eléctrico de la Ciudad de México quedó interrumpido durante los primeros minutos después del sismo.
Roberto Samael C E