REPOSO
DE LA VIRGEN EN TIEMPOS DE EPIDEMIAS
Ubicada
en República de Nicaragua esquina con República de Brasil. Con casi cinco
siglos de historia, la actual Iglesia de Santa Catarina sigue en pie y ofrece
uno de los mejores lugares para conocer de cerca la arquitectura colonial que
existe en el centro histórico del Distrito Federal, con una destacada muestra
del barroco español y el churrigueresco mexicano. Este edificio se consagró
como parroquia, dado que el barrio proliferó rápidamente. Casi un siglo
después, en el año de 1629, el edificio sufrió graves daños tras una aparatosa
inundación; por esta razón, el inmueble fue reedificado y abierto al público en
el año de 1662, gracias a las donaciones que hizo Doña Isabel de la Barrera, esposa de Don Simón de Haro.
Tiempo
después, el templo fue demolido para llevar a cabo un nuevo proyecto
arquitectónico que abrió sus puertas en febrero de 1740, el cual se mantiene en
pie hasta la actualidad. Esta iglesia fue creada en 1568 para asistir a la
Catedral Metropolitana con la población blanca, mestiza y castas, a la que
tenía bajo su jurisdicción. Su construcción y mantenimiento fueron financiados
por la cofradía de Santa Catarina Mártir, hasta que en el último tercio del
siglo XVIII fue proclamada parroquia. Su advocación a la teóloga y mártir
Catarina, patrona de la Real y Pontificia Universidad de México, la
convirtieron en titular de una élite culta.
Uno
de los privilegios que distinguió a la parroquia fue ser sitio de reposo de la
Virgen de Guadalupe cuando se le trasladaba del Tepeyac a la Catedral
Metropolitana, recorrido que solía hacerse en tiempos de epidemias, tormentas o
ruegos para evitar calamidades. Su construcción y retablos barrocos fueron
remodelados con un estilo neoclásico hacia mediados del siglo XVIII.
Por
su jerarquía y ubicación geográfica, al comienzo del Camino Real, hacia el
norte y noreste, y en línea recta hacia la Catedral, en el templo y la plaza de
Santa Catarina se iniciaban diversos festejos que se celebraban en la capital.
Hasta las primeras décadas del siglo XIX, en su plaza se instalaba semanalmente
un mercado, y hasta 1810, antes del movimiento de Independencia, se montaban
espectáculos para dar la bienvenida a los virreyes o festejar a la Real
Universidad con sedas colgantes, lienzos coloridos, mascaradas y guardias
montados.
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