domingo, 28 de abril de 2013

TEMPLO DE PORTA COELI

Roberto S. Contreras Esparza
IGLESIAS DE LA PUERTA DEL CIELO O PORTA COELI 

Los dominicos llegados a México en 1526, instalaron en la ciudad de México el Colegio de Santo Domingo de Porta Coeli en 1603 que tenía como fin que los jóvenes aspirantes a tomar los hábitos de la orden pudieran aprender los elementos necesarios para profesarla y para evangelizar en las misiones. Al colegio cuya fundación fue aprobada en el capítulo provincial de 1604, se le concedieron más tarde todos los privilegios de los que gozaban los colegios dominicos. Para ello se adaptaron unas casas que pertenecían a Isabel Luján, nieta de Juan Alonso de Estrada (Gobernante de México en 1524), adaptándolas para uso de los novicios. Estas casas se ubicaban al sur de la Plaza del Volador (Venustiano Carranza 107), al inicio de lo que había sido la calzada que comunicaba a la ciudad de México con Iztapalapa (José María Pino Suárez). Al poco tiempo, el colegio resultó estrecho para alojar el crecido número de estudiantes que acudían a sus aulas, por lo que se tuvieron que comprar unas casas colindantes para ampliar el espacio de que disponían. Al crecer el colegio, llegó a limitar con el convento de monjas de Balvanera, razón por la que tuvieron que abrir un callejón (que más tarde sería conocido por la gente como “Tabaqueros”), que les había sido exigido por las autoridades religiosas.

En su sencilla fachada de influencia neoclásica, el acceso está formado por un vano cerrado con un arco de medio punto flanqueado por dos pares de pilastras en los que se apoya el arquitrabe sin decoración alguna y un frontón triangular roto en cuyo tímpano se abre una pequeña ventana que ilumina el coro alto. En la parte superior, remata la fachada una balaustrada de cantera que en otro tiempo terminaba en sus extremos con dos diminutas torres que hacían las veces de campanarios. Vale la pena señalar que este templo es el único en el Centro Histórico en el que se celebran las misas dentro del rito católico greco-melkita, en el que el sacerdote se coloca de frente a los divinos dones y de espalda a la asamblea, la misa se imparte en griego y español. El templo es visitado actualmente por numerosos fieles que veneran al Cristo Negro o del Veneno, imagen de curiosa historia tenida como muy milagrosa. Las imágenes de San Charbel, el Santo Niño del Perpetuo Socorro, San Judas Tadeo, San Martín de Porres, la Virgen de Guadalupe y la Virgen de Juquila, colocadas recientemente pero que también son muy veneradas en este templo.

EL CRISTO NEGRO O DEL VENENO

Cuenta una leyenda que en la entrada del templo de Porta Coeli, los padres dominicos habían colocado una imagen encarnada de Jesús crucificado de tamaño natural. El capellán encargado le tenía mucha devoción a la imagen. Diariamente solía rezar frente a él y le besaba los pies con respeto y cariño. Un hombre, le tenía un enorme odio al capellán, al grado de querer acabar con su vida. Para ello, un mal día, untó un poderoso veneno en los pies de la imagen para que al besarlos el capellán como era su costumbre, absorbiera el mortífero veneno y muriera. Sin embargó, se dice, que al día siguiente, después de realizar sus cotidianas oraciones, el capellán se inclinó para besar los pies del Cristo, que en ese momento, encogió las piernas para impedir que sus labios tocaran sus pies y evitar su muerte. Inmediatamente y frente a todos los feligreses, la imagen comenzó a absorber el veneno oscureciéndose hasta ponerse totalmente negro. A raíz de este suceso que fue conocido por todos en la ciudad virreinal, la gente lo comenzó a llamar el “Cristo del Veneno” o “Señor del Veneno”. Algunas versiones señalan que la imagen original fue llevada más tarde a la Catedral Metropolitana, colocándose una replica en su lugar que también es muy venerada.
El Cristo del veneno del Catedral Metropolitana

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